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29 de julio de 2013

{Semana 30/52}


Ene - Zorionak Ioneee!!!


Como ya es habitual vengo con una imagen de cumpleaños.... esta vez de mi sobrina Ione, ya las tartas de donuts son toda una tradición en nuestra casa.... Hoy lo hablaba con mi hermana, ella me decía que podíamos poner una tarta para las velas.... para mí la tarta de los donuts es ya un imprescindible en nuestros cumples... una tradición.... 
Esta princesita dulce, tímida, buena e inteligente ha cumplido 6 añitos ya.... ZORIONAK IONE!!!

Marta - En la mirada de mis hijos


Cuando mi hijo era pequeño, leí que la mirada entre una madre y un hijo es la única que se sostiene más de 30 segundos sin que eso signifique reto, ni ninguna otra intencionalidad más que el mero placer de mirarse. El otro día lo recordé tumbada en la piscina cerca de mi hijo, mirándonos a los ojos.  Es verdad que ha crecido y su mirada se ha vuelto un poco más inquieta, pero aún así, en su mirada y en la de su hermana encuentro siempre tantas cosas…
En la mirada de mis hijos encuentro, por ejemplo, preguntas, para las que a veces tengo respuestas y para las que a veces sé que no las hay. Encuentro el reproche mudo cuando estoy siendo injusta, la gratitud cuando sienten que estoy haciendo un esfuerzo especial por ser justa. Encuentro la firmeza en los momentos en que todo parece que va a la deriva, y los malabares de la vida amenazan con desparramar las bolas con las que juego; ellos son los ojos claros y firmes que permanecen inalterables.  En la mirada de mis hijos adivino si están felices, o tranquilos, o asustados, o enfadados. El alma se asoma a sus ojos, en esas ventanas aún sin cortinas que dificulten el mirar al interior.
En la mirada de mis hijos me reconozco y, en semanas como esta que ha resultado especialmente complicada, busco la esperanza de que las cosas vayan bien.  Y ahí está.


Charo - Las Fiestas


- “Las fiestas del pueblo ya se han acabao, Riau, Riau”…

…y así de tristes nos hemos quedado (como el tiempo) cuando hemos ido a saltar por enésima vez a las colchonetas y al parque de bolas, y nos hemos encontrado que lo estaban desmontando. ¡Oohhhh!

Toca esperar un año más para la “fiesta”; y es que para Ramón la fiesta no es otra cosa que la atracción de las camas elásticas y toboganes mil, aunque también hemos disfrutado en la fiesta de la espuma, el tren, los castillos hinchables, la música de la verbena… y acostarse cuando ya su cuerpo no podía con más...

Personalmente me quedaré con la expresión de Ramón al oír los primeros acordes de la música y cómo fue corriendo a sentarse en primera línea, con todos los enanos, para quedarse boquiabierto viendo el espectáculo, y luego no había forma de despegarlo de allí. Al fin y al cabo era su primer “gran” concierto. El año que viene probablemente será Gadea quien descubra lo que son las fiestas en el pueblo. Nos queda ya sólo un añito más. -

Cachi - Mi papi



Siempre le digo "tienes que jugar más con ellos". No sé cómo explicarle a su papá que crecen a toda velocidad, que un día ya no querrán que les hagamos cosquillas, que les leamos un cuento, que les demos la mano paseando o que les demos besitos de pez....Trabajar no basta para atender a tus hijos, ni vestirlos, ni hacerles la comida....quieren que juegues, que les cuentes cosas, que cojas un libro y le expliques la historia que tiene tantas letras....Sólo fíjate en como te miran a los ojos cuando les atiendes de verdad, en como transpiran felicidad. No te limites solo a ser el señor que llega cansado y le da pereza encender esa lucecita en los ojos de tus hijos. Pasa tan rápido...y te lo estas perdiendo.

Silvia - De campo


El sabado nos fuimos al campo, porque si, es cierto, en Madrid no hay playa pero tenemos una sierra maravillosa. Pero hacía un frio, uno de estos cambios bruscos del tiempo que te obligan a sacar la cazadora del armario y a pensar "porque no habré mirado yo el parte meteorológico antes de subir a Navacerrada". Pero allí estabamos, con nuestra cazadora finita y nuestras ganas de pasear por el campo y respirar aire puro. Asi que, de Navacerrada nos fuimos a la Barranca y, parece mentira, que tan cerquita de Madrid, del asfalto y de la contaminación, existan lugares asi. Corrimos, en parte para entrar en calor, y jugamos a Caperucita intentando encontrar al lobo escondido en el bosque antes de que nos encontrara él. Dimos un repaso a las plantas y árboles que nos sabiamos, prometiendo volver en septiembre cuando las moras nazcan en las ramas. Desde pequeña, que mi padre me llevaba a recoger moras, no nos perdemos esta tradición.  Y siempre mi hija atenta a mi, recogiendo flores, piñas y cualquier cosa que la llamará la atención y viniendo con su gran sonrisa "Para ti, mamá". 

22 de julio de 2013

{Semana29/52}

Charo - Tierra de Campos

Admito que durante muchos años, tantos como los que viví en estas tierras, antes de emigrar a Madrid, no me gustaba nada el paisaje castellano. Lo encontraba monótono y aburrido; ni una montaña, ni un poquito de playa, ni unos bosques frondosos. No entendía cómo podía haber alguien a quien este "aburrimiento" le pudiera llegar si quiera a gustar.

Pasaron los años, y a medida que caían más años en mi conteo particular, cada vez le iba viendo la gracia al paisaje castellano; quizás también coincidió en el tiempo con mis cursos de fotografía, y de repente encontraba la inspiración en todos esos sitios que tantas veces había visto... pero nunca mirado... Ahora me encanta eso de que la vista se pierda en el horizonte, y el paisaje tan minimalista de Tierra de Campos.

Hoy hemos hecho una excursión para hacer la foto a los trigales antes de ser cosechados, con el fondo de los palomares, tan típicos de esta tierra, y ese inmenso cielo azul tan vacío. Una imagen del verano por estos lares, y que me gustaría que mis hijos recuerden cuando sean no tan niños.


Marta - Los  buenos padres
Los buenos padres son aquellos que han hecho guardia junto a la cama de sus hijos cuando éstos han estado enfermos. Los buenos padres son los que se levantan por la noche para darles agua a los niños, arroparlos, o sentarse a su lado hasta que se desvanece la pesadilla. Saben cómo se llaman los amigos de sus hijos, e, incluso sus padres y, más aún, los amigos saben cómo se llaman ellos. Conocen los gustos de sus hijos y saben comprar su postre favorito y prepararles el bocadillo que les gusta. Los buenos padres llevan en su agenda los horarios de colegio, natación, flamenco, y los pueden recoger sin necesidad de instrucciones especiales. Los buenos padres se pueden quedar a cargo de la familia tardes, noches, incluso fines de semana y cuando vuelves a casa te asombra la sensación de que todo ha funcionado como si estuvieras tú, y, en algunas cosas, incluso mejor. Los buenos padres tienen paciencia y saben esperar a que sus hijos hagan florecer lo que ellos siembran, y, cuando la planta crece, nunca reprochan si ha tardado lo que ha parecido una eternidad. Reconocen en el gesto de sus hijos si están tristes, cansados, decepcionados, y tienen un bálsamo para cada uno de estos sentimientos. Si eres un adolescente, te enseñan a tocar la guitarra, hablan contigo de chicas para que no te sientas tan perdido, comparten contigo peli y palomitas y sacan del trastero su colección de cómics para que tú los leas (después de intentos fracasados porque leyeras Sandokan, Los cinco y otros tantos libros con ese aire setentero que los hacía realmente poco apetecibles). Si eres una niñita chispeante y cantarina, juegan contigo a las palmas o a haceros cosquillas con una pluma, o a que tú eres la profesora y le pones exámenes que ellos intentan aprobar, fallando en algunas multiplicaciones para que tu labor correctora sea más gratificante para ti.
Si otras veces he hablado de él como compañero, hoy quería retratarlo como padre. Siempre que lo veo con ellos tengo la certeza de que no podría haber encontrado un padre mejor para mis hijos. Según crecen, encuentro en ellos tantas cosas de él –gestos, sentido del humor- que es como ver en vivo y en directo cómo se asientan en ellos las capas de su legado y los van construyendo como personas. Nunca me he sentido sola en mi labor de educar, amar, enseñar y corregir, por muy descomunal que me haya parecido a veces. Hoy mi homenaje es para el padre de mis hijos, por preparar cenas, insistir en que viéramos ”Aquellos maravillosos años”, no tener pereza ante ninguna de nuestras necesidades –las de mis hijos siempre tan urgentes-, caminar a nuestro lado siempre con paso firme y tranquilo mientras nosotros nos desmandamos muchas veces, y poner tanto de su parte para que el mundo de la puerta de nuestra casa para adentro sea un lugar apacible donde todos tenemos un sitio. El suyo es irreemplazable, ya sé que dicen que nadie es imprescindible, pero no es cierto: él si lo es. 


Silvia - Seguimos de vacaciones


Las vacaciones continúan, aunque por unas semanas se haya acabado la playita. Pero seguimos pasándonoslo muy bien. La piscina con las amigas, el campamento con las compañeras... Madrid también nos ofrece diversión. No es lo mismo, claro. Después de un largo viaje dijimos adiós a los castillos de arena, al mar, a las puestas de sol en la playa... Pero que nadie nos diga que en Madrid no hay tumbonas donde relajarse después de un largo baño en la piscina. Tumbonas, y también mucho calor.

Ene - A remojo


Las vacaciones son sinómino de calorcito, de cervecitas frescas, de tranquilidad, de no tener horarios, de risas... pero para nosotros también son sinónimo de convertirnos en familia numerosa... es en veranito, cuando empiezan las vacaciones del cole y vienen las primas a pasar el veranito con nosotros.... Izaro las espera con ilusión, y cada vez más... son primas pero también amigas, y aunque a veces tenemos que estar ahí para sofocar algún fuego que surge,  la verdad es que se lo pasan en grande.
Además, Izaro está aprendiendo castellano con ellas, jajaja!!!es gracioso escucharle hablar medio en euskera medio en castellano.... O meter artículos que no son como ayer en la playa: he visto UN concha!!! jajaja!!!!
Este verano quedará reflejado en unas cuantas fotos y en la mayoría, Maialen y Ione estarán ahí.... formando parte del recuerdo de los veranos de Izaro y Garazi.

Cachi - Vuelo rasante


Una de las fotos que llevo años queriendo hacer ( y que todavía no he conseguido), es la de pillar a las golondrinas en pleno vuelo rasante sobre el agua tranquila de la piscina. No hay cosa que me fascine tanto como estos pajaritos rápidos y  ágiles. Puedo estar horas solo observandolas volar. Todos los días, cuando estamos a punto de irnos a casa y ya no queda ni el socorrista, vienen en bandada y bailan sobre ella, cogiendo agua, mojando sus barrigas, pasando una y otra vez apenas rozando la superficie, y siempre a la misma hora. Y así me quedo verano tras verano, mirándolas y no pudiendo inmortalizar el maravilloso momento en que deciden refrescarse tranquilamente.

Pero esta vez no lo dejo pasar. Este ha sido mi primer intento, aprovechando de paso que llovía. Y ya que tampoco he conseguido mi segundo reto que es fotografiar una tormenta con rayos, empiezo por mis golondrinas queridas que tampoco se dejan inmortalizar facilmente....(las puñeteras). Aún me queda mes y medio antes de que se marchen para acudir cada día, a la misma hora, a verlas volar sobre el agua.




14 de julio de 2013

{Semana 28/52}

Marta - Tarde de chicas

"¡Tarde de chicas!" es lo que decimos mi hija y yo cuando tenemos una tarde para nosotras solas. A ella le encanta: disfrutar de una mamá toda para ti debe ser como un parque temático de la felicidad, ella que me ha compartido tanto desde que nació. Las tardes de chicas las descubrimos en la playa las primeras vacaciones en que mi hija fue un poco mayor, con cinco años, creo recordar. Esas tardes en que mi hijo y su padre se van al cine y nosotras somos solo dos son un lujo, es jugar a las casitas siendo dos amigas. Bajamos a la playa con nuestras sillas, nos bañamos, nos rebozamos en arena, y nada importa nada, ni mancharse, ni que se haga de noche… Luego subimos a casa, nos duchamos, cenamos en la terraza y nos ponemos en las tumbonas a contarnos cosas como si hiciera mucho que no nos vemos.
Algo que incluye toda tarde de chicas, sea en la playa o en la ciudad, es pintarse las uñas. Sacar todos los esmaltes y elegir: pero mi hija no es estándar, y además le cuesta elegir, así que se pinta una uña de cada color.
Me costó asimilar que iba a tener una niña, era tan feliz siendo madre de mi niño… Hoy me siento afortunada de compartir esta complicidad con mi hija. De que me cuente sus secretos y me pida parecer. De sentirnos tan parecidas que -igual que cuando estallamos somos dos ciclones- cuando nos entendemos nos basta una mirada para saber lo que está pensando la otra. De hecho a veces, muchas, nos leemos el pensamiento y decimos lo que la otra iba a decir; ella dice que eso es por querernos tanto J. Me gusta ver películas de chicas juntas, y horrorizarnos cuando mi hijo y su padre van a ver Ironman, jugar a imaginarnos que… e imaginarlo con tanta fuerza que nos podemos creer que es verdad. Me encanta innovar peinados, probar trenzas, coletas, y ver cómo poco a poco va desarrollando un estilo propio y teniendo las cosas tan claras. Me gusta que me acompañe mientras me visto y me diga “qué monaaaaa” cuando mi ropa le gusta.
Estos días en que mi hijo está fuera de casa, mi hija se ha convertido por unos días en hija única, y casi todas las tardes tienen algo de tarde de chicas.  No sólo están siendo un regalo para ella, también lo son para mí. Si a mi hijo mayor le dediqué tardes y tardes (todas, porque dejé de trabajar para disfrutar de él) de jugar a los coches, pasear, ver pelis, ir al parque… mi hija ha sobrevivido un poco con equipo de campaña. Me pedía jugar y le decía: “vale, yo estaba poniendo la secadora y tú eras mi vecina que venía a verme” (valió por poco tiempo). La frase que más temo cuando la vida me arrastra es cuando viene y me dice "¿¿¿hacemos algo juntas???" (así, con muchas interrogaciones) y quiero decirle que sí pero tengo que decirle “ahora no”, “dentro de un poco”, y me duele a veces cuando viene a proponerme algo y añade corriendo “si puedes, eh, si no puedes no”, como para no darme tiempo a decir “no”.
A veces cuando siento que nos queremos tanto, que se mira tanto en mí -y como tengo un hijo tan mayor y sé cómo cambian las cosas (no quiero decir que cambien a peor, es un cambio a algo diferente)- me quiero quedar en estos momentos y le pregunto “¿Me vas a querer siempre tanto?” Y ella, que es tan honesta –la adoro por eso- me dice “Mamá, no te lo puedo asegurar”. Eso debe ser exclusivo de las madres, porque yo -que también peco a veces de demasiado honesta- la miro y sin ninguna duda puedo decirle “siempre te voy a querer tanto como ahora”. Mi niña.


Ene - la peque crece...

Mi pequeñaja está creciendo... y no kiero!!!! me persigue por toda la casa gritando ammmmaaaaaaaa (mama), ya está empezando a hacerse entender señalando lo que quiere que le demos, "juega" con su hermana, defiende sus cosas.............. Esta foto no es la mejor del mundo pero cuando la vi debajo mío pidiéndome agua, pensé.... esto tiene que ir al álbum resumen del año 2013.......... mi peque se está haciendo mayor.........


Charo - A Remojo


Esta semana nos hemos ido al sur para poder disfrutar un poco del calor, y de los remojones en la piscina y en la playa. No las tenía todas conmigo, porque mis peques son de chillar a todo pulmón en el momento en el que se acercan al agua. Ya sea piscina, o playa, da igual, y eso que sus horas en la bañera son eternas.

Este ha sido el primer año, en el que ¡por fin! Ramón ha perdido su miedo irracional (como todos los miedos supongo), al agua, y lo ha disfrutado de lo lindo. El primer día nos arañaba y mordía, y gritaba cada vez que intentábamos llevarle a los sitios "donde no toco el suelo", y Gadea no era menos: ver el agua y a llorar. Debo decir que ella el agua salada ni lo ha catado.

Pero poco a poco, Ramón se ha ido dando cuenta de lo divertido que es eso de saltar a la piscina, de no tocar el suelo, de saltar las olas y sobre todo, y lo que más nos ha alucinado: de bucear. Después de tanto miedo irracional, resulta que está hecho todo un nadador en potencia. Regresamos a casa "arrugaítos" de tantas horas en el agua como hemos pasado.

P.S: Gracias Ana por tu paciencia para hacer esta foto.


Silvia - Elizabeth


 El viernes pasamos una tarde deliciosa. Como mamá fotógrafa que soy, apenas tengo fotos con mi hija. Algunas tiradas deprisa y corriendo, con compacta, un "ponte que te saco", pero no fotos-fotones como los que tiene su papá. Así que decidí hacernos un regalo, una sesión de fotos para las dos. Buscar a la persona adecuada fue fácil, Elizabeth Carrete. La elegí por su sensibilidad, porque me transmitía que buscaba algo mas, que buceaba en el alma de los niños. Y no me equivoqué. Es tan dulce, pronto Carlota y ella se hicieron amigas y jugaron a ser Blancanieves, a tomar el té en el bosque, a columpiarse, a hacer la colada de sus vestidos de princesa y, al final, las fotos, con mami. Tuvimos la suerte de que nos acompañará Marta, mi otro yo en Al Pajarito, mi compi en nuestros 52 clicks. Gracias Martita por venir, sin ti la tarde no hubiera sido tan especial.

Cachi -  ¿Fotógrafa de bodas?




Estoy recuperandome de mi segunda experiencia como fotógrafa de una boda, con la diferencia de que esta vez hasta me pagan. Y digo recuperandome porque tengo la misma sensación que el que ha corrido la maratón y ha llegado por los pelos y vivo de milagro. Me duele hasta la esclerótica del ojo, oigan.

Aquí estamos yo y la puñetera seguridad en una misma y lo que cree que sabe hacer. Aquí, la "fotógrafa" que dejó claro que no hacía lo que todo el mundo, a lo que estamos acostumbrados, y que si querían fotos con los abuelos de Valladolid posando tiesos todos como la mojama, pues que yo no era su fotógrafa....y todos contentos.

Pues toma doble dosis de "photocall" y alfombra roja. Y encima yo solita. Intenta si puedes tirar las fotos de "rigor" y al mismo tiempo buscar "la imagen", esa estupenda que en una sola foto define todo lo que significa ese día para los novios....y entonces conseguimos ir corriendo de un lado a otro, sudando a mares, que no sepas ni colocar un flash ( un flash, por favor!!! que me he tenido que comprar uno porque no tenía) porque si te paras te pierdes el beso final, o la abuela desmayada por la emoción. O la entrega de miles de regalos entre plato y plato a diferentes invitados por ser soltero, el mejor papi o la amiga pelandusca y casadera.....

Mi primera vez fue tan relajada. Hice las fotos que quise, nadie posaba, nadie me pedía copias ni a cuanto estaba la foto (¡son fotos, no tomates!), puse en practica todos los consejos de mi fotógrafo preferido....Esta vez fue mi cura de humildad. Y el darme cuenta del tipo de fotos que quiero hacer y del que no. Ya se que es lo que la gente quiere o a lo que están acostumbrados. Pero yo voy a poner mi propio limite y centrarme en fotos que luego seguiré queriendo ver y no otro álbum que olvidar.

7 de julio de 2013

{Semana 27/52}

Charo - A Solas


Esta semana ha sido un poco especial... al menos para mí.  ¿O más bien debería decir de "relax"? Y es que los peques ya están disfrutando de las vacaciones en Palencia, y Papá está fuera de viaje, así que yo estoy al más puro "estilo Rodríguez"... y...¡descansando, sobre todo descansando! Con lo cual, nuestra foto a tres de esta semana tenía que reflejar esta situación tan distinta de lo habitual, esa distancia física entre todos nosotros.

Pero no por ello ha sido una semana en la que haya poco que contar: Gadea se ha iniciado en esto de la guardería y la sociabilización.

Lo necesitaba. Lo pedía a gritos.

Y parece que la adaptación ha sido muy buena. Además Ramón va a la misma guardería, quiero decir "cole de verano" - como él lo llama -, a jugar a piratas (con su parche  y su espada), a regar el jardin (y ser regado) y a jugar con los amigos; con lo cual van juntos, pero "cada uno por su lado", y por lo que me cuentan sus tíos y primos se lo están pasando genial. Y a mí me encanta saber que es así...

Marta - Campamentos


Manu se fue esta semana de campamento. Me gusta verlo hacerse mayor, este año no me dejó ya ayudarlo a hacer la mochila. Su primer campamento fue cuando tenía 9 años: fue solo, no conocía a nadie, y me consta que lo pasó fatal. Volvió con un diploma a “lágrimas de cocodrilo”, qué bien, hijo, le dije cuando me lo enseñó, confundida, y me dijo un monitor: “no dejó de llorar los cinco primeros días”. Empezó a llorar al subir al autobús, que tardó en arrancar una hora que a su padre y a mí se nos hizo infinita, diciendo adiós con la mano como si no pasara nada, conscientes de que si subíamos a consolarlo bajaría con nosotros y no podríamos hacerlo subir de nuevo. El otro día, recordando esto, le dije “cometimos un error”, y me respondió “lo pasé fatal, pero ahora no me arrepiento, aprendí mucho”.
Ayer me llamó y escuché su voz afónica al otro lado del teléfono y me parecía poder ver su sonrisa de adolescente, la que pone cuando está con los amigos y se siente tan mayor. Cuando colgué, después de escucharlo hablar durante cinco minutos, pensé que no le había preguntado cómo comía,  o si pasaba frío por las noches -vaya madre, me dije- pero es que me bastó con escucharlo y sentirlo feliz.
Yo fui a campamentos desde los 11 años, luego me enganché como monitora, hasta los 18. Para mí eran un aire de libertad, era salir de casa. En los campamentos conocí a los primeros chicos que me gustaron, qué momentos aquellas fiestas de final de campamento en que el chico que tú querías te sacaba a bailar. Durmiendo en el suelo, fuera de las alas de nuestras madres, veíamos claramente quién era quién, y tuve intuiciones que con los años se han confirmado como ciertas. Las discusiones por quién dormía en la puerta, quién detrás del mástil, delataban fuerzas y flaquezas que ya apuntaban a las que serían luego, cuando lo que se defendiese fuera más que una posición dentro de la tienda de campaña. Recuerdo las marchas nocturnas, en especial una en que aparecimos entre una nube de luciérnagas, y tumbarme con mi amigo Víctor a mirar las estrellas y preguntarnos cómo podía ser aquello de que su luz llegase cuando ya estaban muertas. Recuerdo los baños en el río entre mosquitos zapateros, esos suelos llenos de lodo que nunca me gustaron y que aún hoy aborrezco. La merienda de pan con chocolate, o el bocadillo de quesitos, la comida en el plato de aluminio. Llegar a casa después de 15 días y maravillarme ante la tele, o ante la ducha caliente… y llorar durante dos días echando de menos a mis compañeros. Cuando ya éramos más mayores, nos veíamos por la tarde el día que llegábamos a Madrid, salíamos todos duchados, vestidos de calle, pero a mí me parecía que éramos menos guapos y menos brillantes que en medio del polvo del campo, con aquellos pantalones cortos y las botas chirucas.
Me encanta que mis hijos vayan de campamento, y que sean campamentos tan poco sofisticados de los que, precisamente por eso, conservarán lo esencial: el contacto humano sin parapetos, el trato con la naturaleza y el olor de cuando se hacía de día y el aire olía a fresco y recién estrenado, y, ojalá, la alegría de volver a casa y sentir que todo sigue igual y que, en su caso, eso equivale a que todo esté bien.


Silvia -Tiempo


Otro año, otras vacaciones pero siempre el mismo sentimiento, que el tiempo se detiene, que nuestras vacaciones son un paréntesis  en nuestra vida de prisas y carreras. Despertar, oler el mar, escuchar el trinar de los pájaros y vivir, vivir sin reloj, sin horarios, disfrutando de las puestas de sol en nuestra gran terraza. Mar, sol, piscina, juegos y risas, pero, sobre todo las vacaciones son un parón para disfrutar de nuestra compañia, los tres juntos y decirnos cosas que el resto del año, con las prisas, olvidamos decirnos. Un TE QUIERO al borde del mar, con sabor a sal, y sabernos afortunados de haber podido, un año mas, disfrutar de nosotros mismos.  

Ene -Merecido descanso



Por fin ha llegado el buen tiempo y con él han llegado las jornadas hasta medianoche con los amigos, ayer fue un día de esos.... sol, calorcito, buena compañía de adultos, buena compañía para los niños, una buena copa en la mano, barbacoa, piscina y cama hinchable para saltar.......... todo lo que acabo de decir resume el día de ayer.... Hace tiempo que no me lo pasaba tan bien, tan relajada y en tan buena compañía....Pero, Izaro hubo un momento en el que pinchó, me dijo que no aguantaba más y si se podía meter en la cama de su queridisisisisisima Lur, así me la encontré 5 minutos después... dormida y con una sonrisa en la cara... 

Cachi - A mi, que me den playa.


Hace tanto calor esta semana que no nos cuesta preparar trastos todas las tardes y llegar a la piscina, pasar toda la tarde hasta que nos echan y nos estan comiendo los mosquitos. 

Reconozco que no me gusta la piscina. A mi que den una playa, con su arenita, sus olas, y la brisa con olor a sal... Este calor consigue que rebaje mis sueños marineros en pos de un bañito en agua fria donde sea, aunque sea en el caldo de cloro. 

Además, a mis niños les encanta. Mi hija mayor a decidido criar agallas como los peces, de tanto tiempo que pasa a remojo. Y los pequeños se han vuelto intrépidos y se quitan los manguitos para "nadar solitos"...que de solitos nada, que me va a dar un infarto cualquier dia de estos....

A mi que me den playa, pero mientras no pueda ir...¡bendita piscina!!